La meditación crece en el silencio, con la calma de la mente, en la serenidad del corazón pero no por distanciarse de la vida sino por hacerse uno y no sentir la diferencia entre el río y la sangre, entre el viento y el aliento, entre la piel y toda la superficie de la tierra, y entre los ojos y las estrellas, y entre el corazón y el sol, y en el espíritu de amor que con devoción alaba la existencia pero sobre todo del Creador.
La meditación es la fuente inmensa de la dulzura, que no tiene principio ni fin, y que siempre dice con ternura : Da lo mejor de ti, y supérate con la humildad y fortalécete en la seguridad de un bien concreto y real donde siempre puedas sembrar la semilla de la Paz.
Pintura y Escrito:
Oscar Basurto Carbonell
El espíritu del artista
Principales Escritos
Pensamientos para reflexionar
Espejos de el alma
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